Tic Tac
"Cuando llegué a Londres, el reloj de muñeca se me quedó parado a las seis menos cuarto. A partir de ese momento, no tuve más remedio que depender del móvil para saber qué hora era. Había entrado en un mundo diferente, donde a las cinco de la tarde anochecía, donde a las seis ya estaban cerradas las tiendas, donde los supermercados de barrio abrían en domingo. Un mundo con fama de puntualidad estricta en el que yo, que me jactaba de no llegar nunca tarde a las citas, aprendí a ser impuntual... " Continuará
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