viernes, 11 de julio de 2008

¿Te pica? Pues arráscate

El poder siempre ha temido a la prensa y a su capacidad de difusión y de convertir las anécdotas en cuestiones de Estado. Ahora bien, por la misma razón que no quiere que le cause problemas, cuando le interesa la utiliza a voluntad. A veces los periodistas son conscientes de que están siendo manipulados pero las estructuras informativas (léase los jefes superiores y sus relaciones con el poder) fomentan y asientan esa relación venenosa. En otras ocasiones, como un pardillo más, el periodista novato o el experimentado cree tener en sus manos la exclusiva del siglo que lo cubrirá de gloria, aunque cuando pase el tiempo y descubra que no es más que una marioneta empezará a notar el olor a mierda que lo envuelve todo.

Pocos se chupan el dedo y todos saben, como recoge el refranero popular, que el que no llora no mama y que una imagen vale más que mil palabras. Y no sólo el poder quiere utilizar el altavoz de la prensa. Asociaciones de vecinos, grupos políticos en la oposición, colectivos de cualquier tipo... En definitiva, cualquiera monta una manifestación o una rueda de prensa en 5 minutos. El criterio de selección depende después de cada medio. ¿Que colocan "extras" para que en la foto se vea que hay más gente? ¿Que los jaramagos que rodean el Estadio Olímpico son un peligro nacional porque podrían salir ardiendo? ¿Que me pongo a gritar y a mover las pancartas sólo cuando llegan las cámaras y cuando se van me voy? ¿A ver si cuando me ponga a llorar no vas a tener batería para grabarme? Esas situaciones están a la orden del día. Desazonadoras pero ciertas.

Por la calle circulan muchos rumores. Más de los que llegan a las redacciones. Los rumores no son noticias contrastadas, pero siempre tienen una base de verdad, como las leyendas urbanas. Aunque a veces su origen está en un hábil movimiento de quien maneja los hilos de las marionetas sin que éstas se den cuenta. Lo cierto es que la sabiduría popular encierra muchos mitos pero a veces verdades como puños. Y la capacidad de discernir dónde hay algo de verdad y dónde hay sólo humo convenientemente esparcido sólo la tienen los dioses y en alguna ocasión Carl Bernstein y Bob Woodward.

Así que si a alguien le pica que los medios recojan la reacción de un grupo de vecinos a una decisión política algo rocambolesca, porque se siente insultado, pues que se arrasque.