Saber cuando aplaudir
Antes de que el director bajara la batuta el patio de butacas ya se deshacía en aplausos. Los músicos que llegaban al Teatro Municipal se quedaban sorprendidos por el gusto popular por las ovaciones, tamizadas por la necesidad de mantener las apariencias en un concierto de música clásica (esto es de gente fisna, aplaude niño, pero no silbes). Cada vez que parecía que la pieza terminaba, alguien comenzaba a tocar las palmas, ya fuera en un concierto de la Orquesta de Salzburgo o de la Banda Municipal de Santa Ana.
El concurso de clarinete ha venido para marcar las diferencias. Durante el concierto final, el público, muy atento al programa de mano, supo aplaudir a tiempo, pedir el bis sin gritar ¡otra, otra!, y , por suerte, no terminó la ovación tocando palmas por sevillanas ni poniéndose de pie innecesariamente.
Claro está que el poco público que acude al concurso de clarinete sabe lo que es un concierto de clásica.
2 comentarios:
Al menos no había nadie comiendo caramelos y no sonó ningún móvil. Me acuerdo siempre que voy al teatro aquí de aquella frase de Apocalipsis Now: "El horror, el horror".
Pues me contaron que después de aquello una buena parte de los músicos y de la orquesta tiró esa misma noche para el Soberao y montaron una fiesta de escándalo, haciendo versiones jazzísticas de canciones y de piezas clásicas hasta por la mañana. Creo que José Luis (el del bar)grabó la movida en video. Nadie comió caramelos y todo el mundo supo cuándo aplaudir y cuándo tocar las palmas... ¡nos perdemos las mejores!
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