El negocio de la nostalgia
¿Somos libres de disfrutar de nuestros recuerdos de la infancia o el engranaje consumo-capital nos manipula para que recordemos como una técnica de venta?
Es un planteamiento algo radical, pero trataré de explicarlo. En mi memoria tengo grabados retazos de algunas series de dibujos animados. En su momento servían para entretener al niño delante del televisor para que no diera la lata, y de paso, vender juguetes infantiles. Más o menos como ahora.
Pero con el paso del tiempo, y a medida que los niños de los 80 se iban haciendo mayores, los contenidos televisivos intentaban seguir atrapándolos. Es el caso de la serie Padre de familia, que basa uno de sus puntos fuertes en apelar a la nostalgia del espectador
¿Una estrategia de marketing, un toque bueno de humor o ambas cosas a la vez? La verdad es que no sé si todas las generaciones, cuando pasan de la adolescencia a la etapa adulta, pero siguen siendo jóvenes, se reúnen para recordar las series de dibujos que veían de pequeños, o lo comentan como tema de conversación recurrente tanto como mi generación, pero la verdad es que a veces llegas a plantearte que no perteneces al mismo grupo de personas porque no te acuerdas de Los mundos de Yupi o porque no has visto Los Goonies y sabes si merece la pena perder el tiempo buscando figuritas de Los caballeros del zodiaco o acompañar a los frikis de starwars.
Sinceramente, no estoy libre de subjetivismo para entrar a valorar desde la distancia la dependencia de los recuerdos infantiles para vivir el día a día en la etapa adulta, pero me preocupa que mis recuerdos sean manipulados, porque difícilmente me hubiera acordado de la serie Thundercats de no haber sido por los logotipos que ví en las camisetas de un mercadillo en Camdem Town.
Se aceptan opiniones, valoraciones e insultos.
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